Una obra clásica del realismo mágico mexicano, escrita por Laura Esquivel en 1989, se convirtió también en un must para los gastrónomos de este país gracias a su adaptación cinematográfica a manos del director Alfonso Arau en 1992.
Como Agua Para Chocolate (Arau, 1992) representa, además, el renacimiento del cine mexicano, devolviendo la esperanza a los productores nacionales para realizar nuevas obras fílmicas con presupuesto de gobierno.
Esta película trata sobre la vida de Tita (Lumi Cavazos) y su familia en tiempos de la Revolución, y cómo ésta debe comportarse de acuerdo a las tradiciones de la época, ya que, al ser la hija menor, debe quedarse soltera a cuidar a su mamá por el resto de su vida. Y es que así se estilaba.
Pero la magia de la película se desarrolla en la cocina, desde el inicio, pues Tita nace en este lugar; y como la crían con la intención de que se dedique a su madre, ella crece entre ingredientes, recetas y utensilios, convirtiéndose en una cocinera auténtica y de sazón único.
Sin embargo, hay algo raro con Tita: las emociones que siente mientras cocina, las transmite por la comida; es decir, si ella llora mientras prepara un platillo, los comensales también lloran cuando lo degustan. Y así con todas sus emociones y sentimientos. Es esto lo que la hace tan especial.
La gastronomía funge como medio para contar una historia de amor correspondido pero imposible, y aun así, inevitable. Entre líos familiares, bailes y muerte, se alimenta el amor de los protagonistas de la historia.
Los platillos presentados también son adaptados a su época, por lo cual resulta una buena lección de historia culinaria.
Definitivamente, si te gusta el cine o la cocina, o te gusta el romance y la magia, esta película es para ti. Disfrútala.